miércoles, diciembre 10, 2008

MÁS SOBRE la partida de cartas de los amigos de Ignacio Uría (anteriormente aquí y aquí). Entendedme bien: eso no descarta que acturan así por miedo, dado el monstruoso ambiente que hay en Azpeitia. Pero, ¿por pura indiferencia, como tantos dijeron? Ni siquiera el miedo es indiferencia. Y hubiera sido necesario hablar antes con ellos, aunque fuera para después dar a entender que su versión era poco probable.

Pero hay una diferencia entre ser un monstruo insensible que ni se inmuta ante la muerte de un amigo y reaccionar como muchos reaccionarían en un ambiente como el de allí, con tantos ojos vigilando los cogotes. La heroicidad interpuesta y a distancia es muy fácil, pero en situaciones extremas hasta los más aguerridos de entre nosotros, que creemos que nunca vamos a flaquear cuando llegue la hora de la verdad, a veces nos flaquean las rodillas.

Nos queremos consolar pensando que nosotros no somos así. Lo cierto es que muy pocos pasan la prueba, y esos son los verdaderos héroes. Los demás somos, simplemente, humanos. Con tanto miedo a la muerte -ese miedo a la muerte que se proyecta, aun sin ser de forma consciente, todas y cada una de las cosas que hacemos cada día, desde ir al médico cuando nos encontramos mal hasta ir a rezar el domingo a la iglesia- como cualquier hijo de vecino.