martes, octubre 12, 2004

UN DESTELLO de lucidez en La Vanguardia, por lo menos en el billete que escribe diariamente en la página dos el director o, como ocurre hoy, el director adjunto, Alfredo Abián:
El Gobierno español tiene una sorprendente destreza para provocar gestualmente a su homólogo estadounidense. En un afán obsesivo por desmarcarse de la Administración Bush, la guardia de honor de los marines que desde el 2001 desfilaba en la parada militar del 12 de Octubre en Madrid no podrá hacerlo hoy por falta de invitación. Lo que para el anterior Ejecutivo era una manera de rendir homenaje a las víctimas del 11-S, para el actual suponía una servidumbre indeseada. Lo curioso es que para retirar la invitación se haya empleado un argumentario patriotero, acorde con festejos nacionales y días hispánicos, otrora de la raza. Oír que la bandera de las barras y las estrellas sobra porque la España soberana no se pone de rodillas ante un gobierno extranjero debería producir un cierto pasmo. Hemos visto decir tantas veces a Fidel Castro que la famélica Cuba no se inclina ante nadie que nos viene a la memoria aquella España que mandó al matadero caribeño a la escuadra naval del almirante Cervera, aniquilada en cuatro horas de combate. Aquel arrebato patriótico fue tan estéril como el carnaval diplomático que hoy presenciaremos en forma de parada, organizada para quedar bien con Francia, con los republicanos que contribuyeron a liberar París hace 60 años, con los falangistas de la División Azul y hasta con la cabra de la Legión antes que con EE.UU., ese molesto país sin cuyo concurso Europa no se hubiera liberado de sus monstruos autóctonos.
Lo que se le escapa a Abián es que el afán del gobierno actual no es sólo desmarcarse de la administración Bush, como buenos viejoeuropeos que son, sino muy especialmente de la aún peor y más pérfida administración Aznar.